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Durante mucho tiempo, digamos que desde niño, debido a
mi timidez, he estado arrojando palabras
en un rincón de mi casa y ahora éstas, poco a poco, se están adueñando de la
misma, hasta el punto que ya no sé qué hacer con ellas. No hay un lugar donde
no me encuentre a algunas haciendo de
las suyas, la otra noche, por ejemplo, me encontré con una de nombre “Insomnio” acostada en mi cama y me
invitó a salir a tomarnos una copa por los bares. No acepté su invitación y
traté de espantarla, pero la muy traviesa se quedó conmigo hasta entrada la
madrugada. Por esto es que les cuento que la situación se ha tornado incomoda,
y tengo que hacer algo con ellas, no es
que no las quiera, a algunas más que otras les he cogido cariño, ya que en alguna que otra vez me han sacado de apuros.
Ellas, conociendo mi debilidad, parece que se han
confabulado para atormentarme, el otro día tres de ellas me tendieron una
trampa: las llamadas “Prisa” e “impaciencia” me pusieron una zancadilla y al
trastabillar, mi frente fue sostenida por una de nombre “Pared”.
Esto, definitivamente, fue la gota que colmó la copa; por lo que
convoqué a una reunión de emergencia para llamar a “Orden”, que es quien las puede controlar. Todas expusieron sus
puntos de vista, concluyendo que una de ellas era la responsable de su mal
comportamiento y, por lo tanto, había que expulsarla de la casa.
Decidieron, y estuvieron de acuerdo, que de ahora en
adelante se organizarían en “Ideas”
y alguna que otras en “Valor” para deshacerse de “Miedo” y así ayudarme a
escribir algunos relatos breves.
